De pequeños, nuestros padres nos dijeron centenares de veces que no nos metiéramos el dedo en la boca y otras tantas que dejáramos la manía de mordernos las uñas. Lo hacían por nuestro bien, para que los gérmenes no nos hicieran daño. Pero, aunque no lo sabían, estaban equivocados.
Ahora, un estudio ha desmostrado que chuparse el dedo y morderse las uñas puede ejercer un efecto protector en los niños contra las alergias.
Para ello, se hizo un seguimiento a 1.037 niños nacidos entre 1972 y 1973 durante más de 3 décadas, a los que les hicieron pruebas de punción de la piel, a los 13 y a los 32 años, para detectar si tenían alguna alergia.
Los resultados
El 38% de los niños que solían morderse las uñas o chuparse el pulgar mostró sensibilidad a algún tipo de alergia. En cuanto a los que tenían los dos hábitos, solo el 31% era susceptible a las alergias. En cambio, en los que no practicaban ninguno de estas costumbres el número ascendía a 49%. A los 32 años aún se podían observar las mismas evidencias.
“Chuparse el dedo y morderse las uñas puede ejercer un efecto protector en los niños contra las alergias“
Por otro lado, y a pesar que pueda parecer que son contraproducentes para la higiene de los niños, los animales de compañía podrían tener un efecto similar. “Tener mascotas, como perros y gatos, también parece proteger contra las alergias”, dice el doctor Bob Hancox, coautor del estudio y profesor asociado de medicina preventiva y social en la Escuela de Medicina de Dunedin en Nueva Zelanda.
Estos descubrimientos dan más credibilidad a la llamada “hipótesis de la higiene”, que sugiere que el incremento en las alergias está directamente relacionada con una menor exposición a los gérmenes derivada de unos estándares más altos de limpieza.
En este sentido, los expertos comentan que cuando el ambiente es excesivamente estéril, el sistema inmunológico se puede ver perjudicado. Es como tener un ejército que no tiene nada que hacer, por lo que buscarán algo que atacar y, en algunos casos, significa ir a por los alérgenos.
Así que está bien tener en cuenta estos descubrimientos, pero eso no significa que ahora obliguemos a los niños a comerse las uñas, a que todos nos compremos perros o gatos o que seamos unos descuidados con la limpieza. Se trata de conseguir un equilibrio en el que no impere ningún exceso y así garantizar el bienestar de los niños.
Fuente: Play Ground Mag